Hace poco os contamos el segundo capítulo del viaje a los Balcanes de Pedro. Hoy llega un nuevo episodio en el que nos habla de los maravillosos paisajes que se encontró por el camino.
Paisajes salvajes
La naturaleza es otra de las cosas que me llamó poderosamente la atención.
Existen áreas muy bien conservadas donde perderse y disfrutar de paisajes salvajes muy diversos, como altas montañas con densos bosques de coníferas en Montenegro, dramáticos cañones y valles fluviales como los que han ayudado a excavar el río Tara en Montenegro y el río Uvac en Serbia, playas casi intactas como las de la Riviera Albanesa o incluso el Fiordo más al sur de Europa en Kotor (Montenegro). A veces no es fácil llegar a estos lugares (esto incluye buses desvencijados, taxis particulares “interesantes”, caminatas e incluso auto-stop) pero eso precisamente ha ayudado a conservar estos paisajes. El impacto del turismo me resultó particularmente evidente en Albania. En las costas del sur aún es posible encontrase postales típicas de esa vida mediterránea que ha creado el mito, con burritos, campos de olivos y vides, o playas donde uno puede verse absolutamente solo, bañándose en el mar Jónico con la isla griega de Co rfú en frente. Sin embargo, existen lugares donde la fiebre por obtener beneficios del turismo unida a una regulación escasa o inexistente ya está haciendo aparecer construcciones alocadas que surgen como setas, bares en lugares inverosímiles y la huella de personas sin civismo que dejan basura en cualquier lugar como si no fuera con ellos. ¿No os suena de algo? A pesar de eso sigue habiendo lugares, como Dhermi en Albania, donde las infraestructuras turísticas como alojamiento y transporte están, todavía, bien integradas en lo salvaje del entorno. Y allí siguen bailando, notándose eso si la mayor influencia árabe en esta región tan ecléctica: Artiola Toska – Mirmengjes Dashni (feat. Bruno)